Bajo la Máscara - Capítulo 59: Saliendo del clóset

 

Capítulo 59

Saliendo del clóset

El asunto de Qi Cheng y Qi Zhong se esparció como pólvora entre el círculo estudiantil. Con un alcance tan amplio, por mucho cuidado que tuvieran, la noticia llegó a oídos de los maestros.

La primera reacción del profesor Yang fue incredulidad, pero los rumores sonaban tan convincentes que, con desconfianza, llevó a Qi Cheng a la oficina y le preguntó: “¿Qué está pasando entre tú y Qi Zhong de la Clase 12?”.

Qi Cheng suspiró, sin decir nada.

El profesor Yang le hizo varias preguntas consecutivas, pero él siempre reaccionaba de la misma manera. Al final, el profesor Yang no supo qué imaginarse y lo dejó ir.

Qi Cheng regresó al aula e inmediatamente le envió un mensaje a Qi Zhong: “Este método es brillante”.

Qi Zhong respondió de inmediato: “¿Pudiste manejarlo?”.

“Sí”, contestó Qi Cheng. “El viejo Yang no sé qué se imaginó”.

Qi Zhong había sido abordado por su propio tutor un paso antes, y su reacción fue la misma: suspirar a todas las preguntas, sin decir una sola palabra.

Dejaban que los maestros se imaginaran los detalles. No era que no se atrevieran a admitirlo, sino que no querían que los maestros intervinieran. Sus objetivos universitarios ya eran altos, y si los maestros se inmiscuían, prohibiéndoles estudiar juntos o acercarse, eso sí sería un desastre.

Sin embargo, esta conversación los hizo prepararse para la posibilidad de que sus padres se enteraran. La realidad era evidente: si querían que su relación durara, no podían ocultársela a sus familias.


Al mediodía del fin de semana, después de salir de la escuela, Qi Cheng y Qi Zhong se apresuraron al restaurante. Wu Yuan ya estaba esperando en el reservado y los instó al verlos: “Tengo hambre, pidan algo”.

Solo había tres personas en la mesa. El mesero les preguntó dos o tres veces si querían cambiarse a una mesa más pequeña en el salón principal, pero Qi Cheng se negó.

Una vez que la comida y las bebidas llegaron, comieron hasta saciarse. Qi Zhong, que no sabía qué planeaban, salió en cuanto terminó de comer: “Los espero afuera, voy a ver mi celular. No hay prisa”.

Cuando salió, Qi Cheng y Wu Yuan comenzaron a hablar.

El padre de Wu Yuan había agredido físicamente a su madre en varias ocasiones. Finalmente, en una ocasión, su madre se defendió, pero accidentalmente mató a su padre durante el forcejeo.

Su madre fue encarcelada y su padre murió. Wu Yuan cargaba con el estigma de ser hijo de una asesina y se convirtió en un problema que ningún familiar o vecino quería asumir.

Empezó a trabajar por dinero, para llenar su estómago y mantenerse. Si no fuera por la educación obligatoria de nueve años, si no fuera porque su madre en prisión insistió en que terminara la preparatoria, en palabras de Wu Yuan: “Ni siquiera me habrías conocido”.

Decir que esta historia era trillada no sería exagerar, pero al vivirla alguien cercano, se sentía como un infierno opresivo en la Tierra.

Qi Cheng: “Mírame como una inversión. Yo tengo dinero, mi cuenta tiene tanto que se está echando a perder. Wu Yuan, quiero que termines la universidad, encuentres un trabajo, y cuando tu madre salga de prisión, puedas llevarla a tu propia casa grande”.

Qi Cheng se lo dijo directamente: el dinero podría resolver la mayoría de los problemas de Wu Yuan. Le instó a pensar a largo plazo y a ser responsable de su futuro.

Viviría en su casa, le proporcionaría dinero para los gastos. Ya lo devolvería más tarde, si era necesario. Eran amigos, eran adultos. No había necesidad de rechazar el futuro de toda una vida con la excusa de “no querer aceptar compasión ni caridad”.

¿De verdad prefería una vida de cobrador de deudas y peleas constantes?

Con tanta franqueza, Wu Yuan sonrió.

Preguntó: “¿Cuánto dinero tienes?”.

Qi Cheng le dio una cifra aproximada.

Wu Yuan se encogió de hombros: “Entonces no tengo motivos para negarme”.

En realidad, al saber que Qi Cheng era tan rico, sintió un alivio. Menos mal que no soy una carga para Qi Cheng. Menos mal que Qi Cheng realmente puede ayudarme.

Pero al pensar en su futuro, Wu Yuan se sintió por primera vez inseguro: “¿Qué puedo hacer?”.

Qi Cheng bromeó: “No sé qué puedes hacer, pero tienes un aspecto tan fiero, tu presencia impone. Serías un buen abogado”.

Abogado.

Wu Yuan repitió la palabra, ley.

Encendió un cigarrillo y sonrió involuntariamente. “Me diste una idea”.

Los dos salieron del reservado juntos. Qi Zhong estaba sentado en una mesa del vestíbulo, no jugando con su celular, sino mirando pensativo por la ventana a la calle.

Sentado solo, se veía un poco solitario.

Qi Cheng se inclinó por detrás, apoyando los brazos en el respaldo de su silla, y apoyó las manos en la mesa: “Guapo, ¿me das tu número?”.

Qi Zhong salió de su trance y sonrió: “Qi, el bromista”.

Qi Cheng se encogió de hombros.

Los tres se fueron juntos a casa de Qi Cheng. Al llegar, Wu Yuan le pidió prestada la laptop. Se encerró en la habitación de invitados. Por la noche, cuando el cielo estaba completamente oscuro, salió apresurado y regresó con dos contratos recién impresos. Puso uno frente a Qi Cheng.

Qi Cheng hojeó algunas páginas y se sorprendió de verdad: “¿Lo hiciste tú solo?”.

Aunque algunos términos no sonaban profesionales, cada cláusula era lo suficientemente detallada.

Wu Yuan había estado ocupado toda la tarde y noche, pero su espíritu estaba lleno de energía, sus ojos brillaban. Sin decir nada más, le dijo: “Firma”.

Cuentas claras conservan la amistad. Qi Cheng revisó el contrato con seriedad, leyendo cada palabra tecleada por Wu Yuan.

Su actitud hizo que Wu Yuan sonriera, sintiendo que el esfuerzo de la tarde había valido la pena.

En la última página, Qi Cheng y Wu Yuan firmaron con sus nombres.

A pesar de ser un mal estudiante, Qi Zhong no pudo evitar mirar a Wu Yuan con admiración varias veces. Al final, no se contuvo: “Wu Yuan, ¿sabes lo que es un infinitivo?”.

“…” La sonrisa de Wu Yuan se congeló.

¿Qué era eso?

Qi Zhong: “…”

De acuerdo, ya entendía. Wu Yuan seguía siendo un mal estudiante, peor que él.


Wu Yuan le pidió prestados unos miles de yuanes, salió e hizo algo que no reveló, y regresó a casa sin un centavo y con algunas heridas. Pero a partir de ese momento, la sensación de relajación que emanaba de él, desde el fondo de su ser, sorprendió a todos los que lo veían.

Después de ese día, Wu Yuan dejó de salir temprano y regresar tarde. Estuvo presente en la escuela todo el día. Las sesiones de estudio nocturnas de Qi Cheng y Qi Zhong ahora lo incluían a él.

También a partir de ese día, Qi Cheng se convirtió en el responsable de dar tutoría a dos malos estudiantes.

Qi Zhong se arrepintió más de una vez: “Esto es la felicidad convertida en desdicha”.

El espacio a solas de la pareja tenía ahora una gran bombilla*. Qi Cheng era estricto, Wu Yuan era inteligente. La urgencia hizo que Qi Zhong se concentrara aún más en estudiar.

* (NT: Bombilla: El violinista, el tercero en discordia, el que sobra, el sobrante, el mal tercio, el candelabro, el sujetavelas, la quinta rueda, el violín. Más claro no se puede decir :v)

Finalmente, en el siguiente examen mensual, obtuvo un resultado impresionante.

¡Ese chico entró entre los doce primeros de la clase!

Cuando salieron las notas, el tutor de la Clase 12 se quedó atónito durante horas. Revisó el examen de Qi Zhong una y otra vez. Después de pasar una hora entera pensando en la oficina, decidió no volver a preguntar sobre la relación entre Qi Zhong y Qi Cheng.

El ambiente en el último año ya era más relajado que en otras escuelas. Si los estudiantes querían estudiar por su cuenta y seguían mejorando, eran adultos para tomar sus propias decisiones. Con eso era suficiente.

Qi Cheng, para demostrar sus habilidades a los dos malos estudiantes, se había esforzado al máximo. Él ya era el primero de su clase, así que solo se fijaba en la clasificación general por grado. Esta vez, subió tres puestos, quedando en el cuarto lugar del grado.

Sin embargo, él no estaba satisfecho. Qi Cheng había sido inteligente desde niño. Pensaba que esta vez, esforzándose al máximo, y con su estudio y práctica constante de ensayos, al menos entraría en el top 3. Quién iba a pensar que el idioma chino lo arrastraría de nuevo.

Qi Zhong no estaba orgulloso esta vez, estaba completamente angustiado por su novio. En teoría, esa calificación de Qi Cheng era más que suficiente. Mejorar sería un extra, pero lo que más le dolía era que perdiera puntos por errores tontos en el idioma chino.

“En el examen de acceso, tienes que prestar atención a la memorización y a los ensayos”, dijo Qi Zhong con seriedad. “¡Los ensayos!”.

Qi Cheng lo abrazó: “Le estoy poniendo atención”.

Qi Zhong suspiró, le dio unas palmaditas en la espalda con aire paternal: “A tu ritmo, la próxima vez serás el primero, sin duda”.

Cada vez era más difícil mejorar al acercarse a la cima. Qi Cheng se había abierto camino hasta el top 10, luego al top 5, y no solo subía un puesto a la vez. Qi Zhong se sentía realmente orgulloso.

Wu Yuan, a su lado, resopló dos veces, guardó su examen y no se molestó en verlos presumir.

Era inteligente, pero solo había estudiado seriamente con Qi Cheng durante una semana antes del examen. No podía memorizar mucho. Lo único que cambió fue que escribió mucho en cada examen.

Pero eso ya era suficiente para representar su actitud.

Después de este examen mensual, venía el fin de semana libre de dos días. Qi Zhong no había ido a casa, así que esta vez tenía que ir. En el internado se veían todos los días, pero esta era la primera vez que se separaban en un mes.

Los dos se separaron en la entrada de la escuela. Al llegar a casa, Qi Cheng y Wu Yuan comieron comida a domicilio sin sabor, y Wu Yuan se puso a hacer exámenes con la cabeza gacha.

Qi Cheng se acostó en el sofá, mirando absorto la flor de tabaco que había traído de la escuela y que estaba en el alféizar de la ventana de la sala.

La luz de la tarde entraba por la ventana limpia, haciendo que una parte de la planta brillara.

La flor de tabaco había crecido mucho, ya no cabía en el aula. Planeaba llevarla a la antigua casa de la familia Jiang, para que sus abuelos la cuidaran.

A la mañana siguiente, Qi Cheng llevó la planta a visitar a los dos ancianos.

Buscó un lugar adecuado en el jardín, regó y limpió las hojas de la flor con tanta atención que los dos ancianos que lo observaban sonrieron.

El abuelo Jiang tocó la mano de su esposa: “Parece que Xiao Cheng ya tiene novia, ¿verdad?”.

La abuela Jiang se rio: “Cosas de jóvenes, ¿y tú de chismoso?”.

Qi Cheng no escuchó su conversación. La tierra manchaba sus manos, y una leve sonrisa se dibujó en sus ojos.

A los ojos de los ancianos, realmente se había vuelto más cálido.

Cuando Jiang Jing regresó a la casa por la noche, la abuela Jiang le contó lo sucedido. Jiang Jing asintió en silencio, sintiendo que la conversación con su hermana mayor, Jiang Feng, debería ocurrir pronto.


Cuando Qi Zhong le mostró su examen a sus padres, estos quedaron asombrados.

Con cautela, le preguntaron: “Hijo, ¿no copiaste, verdad?”.

Qi Zhong: “¿Quieren que haga otro examen ahora mismo para que vean?”.

El padre y la madre Qi se llenaron de alegría, diciendo repetidamente que era maravilloso.

Para la cena, prepararon una mesa de platos abundantes para recompensar a Qi Zhong.

Qi Zhong estaba en la mesa. Cuando terminaron de comer, dijo de repente: “Mis calificaciones mejoraron porque la persona que me gusta me ha estado dando tutorías”.

La madre Qi se quedó paralizada, y luego sonrió: “Entonces hay que darle las gracias”.

Qi Zhong se limpió la boca, encendió la televisión y sintonizó intencionalmente un canal que había investigado. Efectivamente, un programa legal estaba hablando sobre un caso que permitía el matrimonio entre personas del mismo sexo.

Los padres de Qi se sintieron atraídos por su acción y, naturalmente, vieron el programa en la televisión.

Qi Zhong se paró junto al televisor, erguido, con la espalda recta. Miró a sus padres y dijo, palabra por palabra: “Mamá, papá, mi pareja es un chico”.

“Me gusta mucho”.

Cada palabra, cada acción, mostraba su firmeza.

Mientras sus padres no se daban cuenta, él ya había adquirido esa expresión inquebrantable.

La madre Qi se sintió como si cayera a un abismo. Mareada, se levantó y preguntó: “¿Qué dijiste?”.


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