Bajo la Máscara - Capítulo 12: "Hueles muy bien"

 

Capítulo 12

"Hueles muy bien"

Wu You, escondido en la escalera, esperó a que se acercara Qi Zhong y luego, incrédulo, espetó: "¡No puedo creer que le hayas lavado la ropa a Qi Cheng!".

Qi Zhong susurró, forzando la voz: "Si no tienes ni puta idea, no digas tonterías".

La expresión de Wu You era una mezcla de asombro y horror. Volvió a repetir: "¡Qi Zhong, carajo! ¡Le lavaste la ropa a Qi Cheng!".

Estaba demasiado impactado, lo había dejado completamente aturdido.

Con razón Qi Zhong se había levantado de un salto, había agarrado la ropa y había bajado corriendo. Cuando le preguntó qué hacía, no había querido decirle. Si no fuera por la curiosidad, Wu You nunca se habría dado cuenta de algo tan… tan espantoso.

Qi Cheng, que había estado apoyado en la pared, se enderezó. Sostuvo la chaqueta limpia en su mano y se la acercó a la nariz para olerla.

"¡Ay, Dios!", exclamó Wu You, que acababa de verlo. "¡Está oliendo la ropa que le lavaste!".

Qi Zhong estaba de espaldas al Salón de Clase 3, por lo que solo podía escuchar su crónica en vivo. Al oír eso, no pudo evitarlo y se giró disimuladamente para echar un vistazo.

Justo a tiempo para encontrarse con el perfil de Qi Cheng, que lo estaba mirando.

Acto seguido, Qi Cheng vio cómo Qi Zhong, como un conejo asustado, tiraba de la persona a su lado y corría escaleras arriba, desapareciendo un segundo después.

La chaqueta del uniforme escolar olía intensamente a sol y detergente. Era un aroma potente y fresco. No pudo evitarlo, se apoyó contra la pared y se rio en voz baja.

"¿Qué miras?", preguntó Xia Li, que acababa de reaccionar. "¡Oye! ¿Cuándo te salió esa chaqueta en la mano?".

Qi Cheng le permitió olerla, y luego la apartó. "¿Huele bien?".

"Huele bien", dijo Xia Li, frotándose la nariz. "Seguramente dura un montón. ¿Ahora hay perfumes con olor a detergente?".

"No le puse perfume", contestó Qi Cheng.

Miró la chaqueta, la desplegó y se la puso. No necesitaba acercársela para olerla, el aroma lo acompañaba constantemente.

Xia Li: "Ya, deja de reírte, galán, ¿nos puedes dejar un poco de espacio para vernos guapos?".

"Claro", dijo Qi Cheng.

Han An pasó tambaleándose por delante, cargando un cubo de agua y una paleta de colores. Los vio y levantó la mano alegremente, como si temiera que no lo oyeran: "¡Les cuento que encontré un condón en mi casa! Lo traje para que vean mundo. Lo puse en la habitación después de la primera clase, lo escondí debajo de la almohada de uno de ustedes tres, es mi regalo de mayoría de edad. De nada, jajaja".

La cara de Xia Li palideció: "¡Mierda! ¡Hoy hay revisión de habitaciones!".

Qi Cheng también entrecerró los ojos. Bajó rápidamente los tres escalones del pasillo y se lanzó hacia donde estaba Han An.

La chaqueta del uniforme volaba, y sus largas piernas corrían a toda velocidad. El rostro inexpresivo de Han An lo asustó, e instintivamente salió corriendo.

"¡Qué haces, Qi Cheng!", gritó mientras corría. El agua sucia del cubo se derramaba por todas partes, y los pinceles estaban a punto de caerse. "¡Te compro una caja entera si quieres! ¡Una caja para ti solo! ¡Pero no me persigas! ¡Ahhh, auxiliooo!".


Por suerte, cuando regresaron al dormitorio al mediodía, se dieron cuenta de que el personal de inspección aún no había empezado a revisar.

Han An sacó el condón de debajo de la almohada. "Lo puse al azar, solo fue un impulso".

Esa cama era la de Xia Li, la más cercana a la puerta.

Xia Li lo miró con ganas de llorar: "Hermano, ¿qué te hice?".

Zhu Fan y Qi Cheng estaban sentados en sus camas, y los tres pares de ojos miraban fijamente a Han An, a quien se le puso la piel de gallina.

El tiempo para comer y la siesta era de poco más de dos horas. Qi Cheng estaba sentado, mirándolos hacer el tonto, con una piruleta en la boca. Su celular vibró sobre la mesa.

El nombre que aparecía en la pantalla era Jiang Feng.

Jiang Feng era la madrastra de Qi Cheng.

Qi Cheng llevó el celular al balcón antes de contestar.

"Xiao Cheng", se escuchó la voz clara de Jiang Feng al otro lado de la línea. "Ha habido un asunto en la familia Jiang, tengo que volver a casa por un par de días y me llevo a Xiao Heng. ¿Quieres volver conmigo estos días?".

"Si vienes conmigo, le pido permiso a tu profesor en un momento. Por supuesto, siempre y cuando no afecte tus calificaciones. Si tienes tiempo y no te molesta, te recojo mañana. Tu abuelo y tu abuela también te extrañan. ¿Te parece bien?".

Qi Cheng no dudó y aceptó de inmediato: "No tengo problema, iré contigo".

Jiang Feng se rio varias veces, llena de alegría: "¿De verdad? ¿No te va a afectar el estudio?".

Quienes conocían a Qi Cheng sabían que el estudio solo era un tercio de lo que hacía en la escuela. Jiang Feng preguntó varias veces, preocupada de que le pudiera afectar.

"No afecta", dijo Qi Cheng. "¿A qué hora vienes mañana?".

"Mañana a las ocho y media de la mañana. Así te puedes saltar la lectura matutina, duermes bien hasta las ocho. Te llevo el desayuno".

Qi Cheng dijo que sí: "Hasta mañana".

"Hasta mañana, cariño".

Después de colgar, Qi Cheng le envió un mensaje al profesor Yang para avisarle.

La familia Jiang era famosa en la Ciudad A por ser rica, y el profesor Yang estaba al tanto de su situación. Le contestó: "Está bien, las tareas de estos días no son muchas, y para ti son pan comido. Pero un estudiante de último año debe comportarse como tal. Tu profesora de inglés me acaba de decir que Lengua y Literatura e Inglés están tirando de tu nota de Matemáticas hacia abajo. Te puedo dar dos días libres, pero a tu regreso, vas a tener que recibir tutoría de Chi Yan durante las clases de estudio vespertinas de la semana".

Qi Cheng: "¿Por qué tiene que darme tutoría él?".

La palabra "tutoría" le dio varias vueltas en la lengua y, al pronunciarla, a Qi Cheng le pareció graciosa.

El profesor Yang: "El estudiante estrella se ofreció, aprovéchalo".

Qi Cheng apoyó los brazos en la baranda del balcón y sonrió en silencio: "De acuerdo, ¿empezamos esta noche?".

"Esta noche", confirmó el profesor Yang. "Les asignaré la oficina que nadie usa por la noche. Ambos tienen buenas notas, así que pueden discutir cualquier ejercicio que tengan. En tus asignaturas de humanidades y ciencias, ambos pueden supervisarse mutuamente y progresar".

El profesor Yang habló durante varios minutos y al final dijo: "Dile a Xia Li que avise en secreto a los estudiantes de nuestra clase que habrá una revisión de habitaciones a las tres de la tarde. Que escondan bien las cosas inapropiadas que no deben ver y que las lleven a casa a fin de mes".

"De acuerdo", colgó Qi Cheng.

Después de decírselo a Xia Li, este asintió y se fue discretamente a avisar a todas las habitaciones como si fuera un espía. Qi Cheng tomó el condón de la mesa y miró a Han An.

El empaque era de color azul oscuro, resaltando el blanco de su mano, que parecía de jade.

Han An: "De verdad, solo quería que vieran mundo".

"¿A esto le llamas ver mundo?", se rio Qi Cheng, poniéndole la cosa en la mano. "Devuelta a su dueño, guárdalo bien para que no te lo encuentren, y ve a ver tu mundo".


Durante la clase de estudio vespertina, Qi Cheng llegó a la oficina asignada por el profesor Yang con sus materiales a tiempo. Cuando abrió la puerta, Chi Yan ya estaba sentado dentro, haciendo su tarea.

"Buenas noches", lo saludó Qi Cheng. "Estudiante estrella, cuanta con mis indicaciones esta semana".

Chi Yan asintió levemente: "Buenas noches".

Su mirada se deslizó hacia la mano de Qi Cheng, y su voz sonó tan fresca y fría como la menta: "No trajiste la prueba".

"No había mucho que ver", dijo Qi Cheng con franqueza, sentándose frente a él. "¿Hace falta que la traiga?".

Chi Yan se levantó de repente, movió su silla al lado de Qi Cheng y se sentó, dejando un rincón de la mesa entre ellos, acortando la distancia. Al ver que Qi Cheng lo miraba, explicó sin inmutarse: "Es más fácil discutir así".

Qi Cheng dijo "Oh": "De acuerdo".

Chi Yan apretó los labios, desdobló su prueba frente a los dos y le preguntó: "Hay un ejercicio que me gustaría que me explicaras".

Qi Cheng se despegó del respaldo y se acercó a la mesa: "¿Cuál?".

Chi Yan señaló el ejercicio donde le habían quitado puntos. Qi Cheng inclinó la cabeza para mirar la pregunta y, al mismo tiempo, organizó sus ideas.

Aunque se suponía que Chi Yan le iba a dar tutoría a Qi Cheng, todos sabían que a lo sumo era un intercambio de ayuda mutua.

Al finalizar la primera clase de estudio vespertino, saldrían los resultados de clasificación por grado de la prueba. Si no había sorpresas, Chi Yan seguiría siendo el primero.

"¿Estudiaste en serio para las otras asignaturas?", preguntó Chi Yan de repente.

Qi Cheng tomó su bolígrafo, quitó la tapa y sonrió: "Sí, la vez que más en serio lo he hecho en la preparatoria".

Chi Yan se ajustó las gafas, miró los pasos de la solución y de repente dijo: "Hueles muy bien".

El bolígrafo de Qi Cheng se detuvo. Recordó la expresión de indignación de Qi Zhong y le dieron ganas de reír. "¿A detergente?".

Chi Yan asintió: "Huele muy bien".

"A mí también me parece", dijo Qi Cheng con una sonrisa. "Vamos, estudiante estrella, déjame decirte dónde te equivocaste en este ejercicio".

Chi Yan, de hecho, había sabido dónde se había equivocado tan pronto como le entregaron la prueba, porque había tomado un camino equivocado en la lógica, se había obsesionado y se dio cuenta después de que la pregunta no era difícil.

Qi Cheng, en realidad, no era muy bueno para dar clases. Para él, estas preguntas eran fáciles, por lo que creía que para los demás también lo eran. Se saltaba pasos intermedios, no explicaba por qué seguir esa lógica y solo señalaba los puntos clave, como si eso fuera suficiente para dar la lección.

Si le explicara así a cualquiera, lo volvería loco. Pero como su interlocutor era el inteligente Chi Yan, este entendía lo que decía de inmediato. Uno se sentía cómodo enseñando y el otro, contento aprendiendo.

Una vez que Chi Yan dominó el ejercicio, Qi Cheng sintió que tenía talento para la enseñanza.

Al terminar la clase, se publicó la clasificación por grado. Un profesor se acercó especialmente para entregarles una hoja de calificaciones. Chi Yan era, como se esperaba, el primero, pero lo sorprendente era que Qi Cheng había saltado del puesto veinte y tantos al undécimo, un gran avance.

Estrictamente hablando, la puntuación de Qi Cheng era la misma que la del décimo lugar, pero como el décimo lugar estaba por delante de él en la clasificación anterior, Qi Cheng quedó detrás, en el undécimo puesto.

Chi Yan miró la hoja de calificaciones: "Lengua y Literatura e Inglés te están arrastrando".

Matemáticas, con el ejercicio adicional, valía 200 puntos, Lengua y Literatura 160 e Inglés 120.

Qi Cheng había sacado más de cien en las tres asignaturas, pero en comparación con sus espectaculares 191 puntos en Matemáticas, las otras dos eran insuficientes.

Inglés 109, Lengua y Literatura 101. El total de sus tres asignaturas apenas superaba los 400 puntos, mientras que el total de Chi Yan era 443, más de 40 puntos más que él.

Qi Cheng se quedó sin palabras. ¡Y él que pensaba que podría entrar en el top diez del grado! Aunque sus calificaciones fueran las mismas que las del décimo, al final no contaba.

"Esas dos asignaturas", frunció el ceño. "Inglés, pase. Pero algunas preguntas de Lengua y Literatura me dan dolor de cabeza solo con verlas".

Chi Yan lo miró y también se quedó pensando: "La solución de Lengua y Literatura es parecida a la de Matemáticas. Hay una lógica y una ley. Luego te enseño Lengua y Literatura, y tú me enseñas a...".

Sus ojos brillaron de repente, su vista se fijó en la hoja de calificaciones, y su voz se hizo más y más suave: "¿Qué te parece si me enseñas a rechazar a la gente y cómo coquetear?".

Qi Cheng exclamó: "Esa petición no parece digna de un estudiante estrella".

Chi Yan tosió y se ajustó las gafas de nuevo: "Solo quiero aprender otros conocimientos y, de paso, rechazar a la gente que me pone cartas de amor en el pupitre".

"De acuerdo", sonrió Qi Cheng. "Trato hecho".

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